jueves, 24 de diciembre de 2020

ZIZEK VS PETERSON

 
Alaska, 24 de diciembre de 2020

Debo de ser de los pocos que todavía no había visto el debate entre Slavoj Zizek y Jordan Peterson del año pasado, publicitado como el debate entre los dos mayores intelectuales del siglo XXI. Los mayores intelectuales va a ser que no (nuestros Savater, Ovejero, Trapiello, Ferlosio, Román o Escohotado, por nombrar solo algunos, les dan mil vueltas), pero los más mediáticos seguro. De Peterson he leído su bestseller 12 reglas para vivir y he visto muchos de los vídeos de sus clases en la universidad. Me interesa la parte en que se enfrenta, y cómo lo hace, a las políticas de identidad y lo que él considera neomarxismo, postmodernismo, izquierda radical, etc. pero poco más. El tono de predicador que gasta me divierte más que me seduce. El resto de su pensamiento se mueve entre la pseudociencia y la autoayuda. De Zizek solo he leído un par de artículos.
En el "combate" (lo entrecomillo porque al final están más de acuerdo de lo que seguramente les gustaría reconocer) Peterson utiliza un discurso más estructurado, en consonancia con su aspecto de gentleman. Lo defiende con maneras de monje, a veces de monje torturado. Se le entiende, que ya es mucho. A Zizek dan ganas de darle un paquete de pañuelos (si veis el video lo entenderéis). Sus tics y su aspecto desaliñado van parejos a su pensamiento. Supongo que es una de las cosas que atrae a miles de jóvenes que lo leen y lo escuchan. La primera media hora no entendí nada de lo que dijo, claro que tratándose de un lacaniano confeso no me extraña. Lo que le entendí después fue bastante pobre, una mezcla de ecologismo y antisistema, mezclado con ocurrencias de aquí y de allá. Todo un poco adolescente. Parece un tipo muy divertido, eso sí. Como dice la socióloga Mira Milosevich: "Yo no lo entiendo mucho [a Zizek] pero lo malo no es eso sino que tampoco siento el deseo de entenderlo." Me pasa con él lo mismo que me pasa con Marina Garcés, nuestra Zizek. Sus artículos, o lo que dice en las entrevistas, no me han llevado a leer ninguno de sus libros. Básicamente no la entiendo, y lo que entiendo no me parece ni tan subversivo ni tan radical como ella presume. Más bien todo lo contrario.
En todo caso, una de las cosas por las que he subido el debate al blog ha sido porque me cuesta imaginar algo así en el panorama de la educación social. No la parte de espectáculo sino la confrontación de ideas. Si algo encarna el discurso de la educación social hoy en España es lo que Peterson, y paradójicamente Zizek (vean lo que dice al final, animando a sus huestes) atacan: lo políticamente correcto. 
Ya veremos qué nos depara el próximo y aplazado Congreso de Educación Social.

Nos vemos el año que viene. Os deseo una buena Navidad en estos tiempos tan difíciles


miércoles, 2 de diciembre de 2020

TODA UNA VIDA.

Alaska, 2 de diciembre de 2020

Tenemos la obligación de saber sobre nuestros padres. Mis tres hermanos y yo les hemos preguntado mucho y nos hemos acercado bastante, aunque sabemos que hay un ángulo ciego, algo inalcanzable en sus biografías. Ana y Serafín, inquilinos de la periferia, la nueva obra de Factoría Los Sánchez y La Nave Va, cuenta la historia de mis padres. De Córdoba a Barcelona, en tiempos del hambre, todavía sin hijos, hasta que se instalan definitivamente en Benicarló, ahora hace dos años, coincidiendo con la incipiente demencia de mi padre. La juventud, la familia, el viaje, la vejez. Una pequeña epopeya vital compactada en una hora. Hay un momento en la obra en que mi padre se hinca de rodillas y grita ¡Tierra! El público aplaude. El piso que le han concedido en Ciudad Badía (ahora Badía del Vallés) significa abandonar la miseria de la barraca del Carmelo donde viven. Parece que han encontrado al final un lugar en el mundo donde quedarse: ¡Un piso! Ese grito metaforiza uno de los episodios más imborrables que recuerdo de mi padre cuando yo tenía nueve años: la primera y única vez que le he visto llorar. Hacia el final de la obra vemos una imagen surrealista y no es una metáfora: el 21 de octubre de 2019 cae un balcón de un quinto piso en Badía. El balcón destapa una situación dramática: Badía es la ciudad con más amianto de España. El amianto quizás pueda ser una herencia del franquismo, pero no es el único ránquing que lidera. También es la ciudad con más paro y con la renta por habitante más baja de Cataluña. Mis padres consiguieron irse de Badía antes de que las barreras arquitectónicas les impidieran salir a la calle. Otros viejos no salen nunca porque de la puerta de su casa al ascensor hay unos tramos de escaleras insalvables. Para muchas personas, antes y ahora, la tierra prometida siempre fue un fake.

Ana y Serafín. No se la pierdan:

-Del 9al 12 de diciembre, 20h, en la sala Badabadoc (Festival Catbasur).

-28 de enero Teatro Principal de Castellón.





miércoles, 13 de mayo de 2020

SERVICIOS SOCIALES Y UN MINISTRO FRANCÉS

Alaska, 13 de mayo de 2020

El último post de este blog data del 3 de octubre de 2018. El 22 de noviembre nació mi hijo Gabriel. Como le comenté a mi colega Raúl, de Educablog, hace unos días (si quiere ver la charla en Youtube, aquí) quedaría feo que le echara la culpa a mi hijo de mi indolencia. Gabriel ha tenido algo que ver, claro está, pero solo en la medida en que es lo mejor que me ha pasado en la vida. 

Intentaré ser breve, que es mi primer post después de mucho tiempo y no quiero tener agujetas.
Servicios Sociales postconfinamiento. Quizás para saber qué vendrá haya que remontarse. En la década que sucedió a la crisis del 2008, en Cataluña, los Servicios Sociales tuvieron un papel decisivo. El gran problema fue, sigue siendo, y quizás será, que el PIRMI primero, y la RGC (Renta Garantizada de Ciudadanía) después, no garantizaron del todo lo que prometían. Un exceso de burocracia y seguramente la falta de presupuesto hicieron que muchos ciudadanos, familias enteras, quedaran desatendidas. El encargo de Servicios Sociales fue hacerse cargo de su subsistencia. Todo eso en el trasfondo de un paro disparado, políticas de empleo escasas y erráticas y el precio de la vivienda de alquiler y de compra por las nubes. Para atender ese encargo los Servicios Sociales solo podían ofrecer recursos paliativos (alimentos, ayudas de urgencia, etc.). Recursos que, además, no estaban estructurados ni homogeneizados: cada comarca, cada ciudad, cada pueblo hacía lo que podía o lo que quería. En muchísimos casos eso significó poner a los Servicios Sociales al pie de los caballos. Estoy convencido que si el crédito de los Servicios Sociales no se hundió más fue por el buen hacer de los profesionales de primera linea. 
Paralelamente, en esa década, en la mayoría de congresos, jornadas y cursos a los que fui y en los artículos que leí, se abogaba (otra vez) por la necesidad de concreción de los Servicios Sociales, de fijar su encargo, de abandonar el asistencialismo, de la apuesta por lo comunitario y lo educativo. En fin. Recuerdo más de un momento alucinante. Profesionales aplaudiendo en comunión, casi en éxtasis, el anuncio de una nueva revolución (¡hay que repensar los servicios sociales!) y lo surrealista que era volver el lunes al trabajo y encontrar que nada cambiaba en ninguna parte.
Cuando la situación económica mejoró, diez años después, empezamos a tener un poco más de tiempo para otras cosas. Hasta hoy.  Es posible que volvamos a tener el encargo de la gestión de las ayudas y de las situaciones más precarias, con pocos recursos, poco concretos y con poco tiempo para ocuparnos de nada más. La realsocietik. No sé lo que vendrá, solo sé lo que pasó. Suficiente tiempo en ellos para saber que la marca de Servicios Sociales es la no concreción y la precariedad. Es así y  creo que continuará siendo así. Cuando lo asumes aprendes a trabajar en la incertidumbre. También esa década me ha servido para saber (ya lo intuía) que los cambios en este ámbito vienen siempre de abajo a arriba. Viene de técnicos que trabajan en la "clandestinidad", es decir, más allá del encargo asistencial, para denunciar situaciones, hacer visible lo invisible y hacer cosas que mejoren la calidad de vida de los ciudadanos. Pero sobre la clandestinidad, que ya comenté un poco con Raúl, hablaré en otro post.
                                                     

Iba a terminar pero he leído la entrevista que publica el País al ministro de Educación francés, Jean_Michel Blanquer. Lo primero que pensé el leerla es: lo que le va a caer a este hombre. Sobre todo por la izquierda, siempre tan estupenda. Su decisión de retorno a las aulas puede ser buena o puede ser pésima, veremos. Pero más allá de su decisión respecto al retorno, me han parecido muy interesantes y valientes algunas respuestas. Al menos en boca de un ministro. Su afirmación, obvia, aunque en los tiempos que corren casi revolucionaria, de que ese tipo de decisiones corresponde a los políticos, no a los científicos. Su compromiso con el interés general aunque eso le signifique buscar soluciones poco cómodas (lo contrario del populismo, ¡equiliquá!). Su compromiso con los niños más vulnerables y en riesgo de abandono escolar (por lo que sé, tendrán prioridad sobre otros en la vuelta a las aulas). El argumento social como decisivo ("el confinamiento obligatorio ha agravado las desigualdades y alejado a una parte del alumnado del sistema educativo"). La importancia de la escuela para el Estado. El respeto a los padres que quieran llevar o no a sus hijos en estos momentos. Y también la sinceridad y valentía con la que afronta el  peso del argumento económico en su decisión. Porque hay que ser muy rico o tener la vida muy asegurada para decir que, de todo lo que está provocando el coronavirus, el paro y la pobreza que genera son temas secundarios.




miércoles, 3 de octubre de 2018

10 AÑOS DE ALASKA





Alaska, 3 d'octubre de 2018,

Entre una foto y otra han pasado 10 años. El 28 de enero de 2008 escribí mi primer post en un blog al que llamé Educador social en Alaska. Lo que ha pasado desde entonces con ese blog ni mi hermano Rafa ni yo podríamos haberlo soñado siquiera. Que del blog saliera un libro, podía pasar. Que nuestra compañía, Factoría Los Sánchez, convirtiera en obra de teatro aquellos textos también entraba dentro de lo posible. Que estrenáramos la obra en Cataluña y que después girara por toda España ya fue un puntazo. Pero que 10 años después, temporada tras temporada, siga colgando el cartel de “Entradas agotadas”, perdónenme, pero es que es pa cagarse.
Yo creo que hay tres razones que explican este éxito inaudito. La primera es el talento descomunal de Rafa como intérprete (sí, ¿qué pasa?, es mi hermano, ¿y?). Hace ya años que no interpreta a Quique, el personaje principal: es Quique. La segunda es la sala Almazen, el teatro que nos abrió las puertas hace 10 años. Hemos representado Educador social en Alaska en algunos de los mejores teatros de España, en universidades y en Palacios de Congresos. Pero nada como esa pequeña joya instalada en el corazón del Raval. Y la tercera razón es, como no, el público, que aunque sea un topicazo, ha hecho suya la obra desde el primer día. Puedes controlar algunas cosas de una obra de teatro, pero el cariño y el entusiasmo el público te lo da o no te lo da. Y nosotros hemos tenido una suerte que es la leche. Joder, que hay gente que la ha visto hasta cuatro veces y dicen que no se cansan de verla. Gracias Rafa. Gracias Almazen. Gracias, muchísimas gracias, querido público.

Todavía conservo la costumbre de enviar un whatsapp -antes lo llamaba porque el wats no existía,-para preguntarle a Rafa como ha ido después de cada función. Solo puedo decirles que, después de 10 años, todavía me emociona cuando mi brother me escribe: ¡Brutaaaaaal!

El 5 de octubre volvemos al Almazen. Nos vemos en el teatro.
Foto: Vicente A. Jiménez

domingo, 17 de junio de 2018

IMAGO. lo último de EDUCABLOG.

Alaska, 17 de junio de 2018,

El viernes llegó a casa IMAGO, el último libro de Educablog. Un libro de fotografías relacionadas con la educación social. ¿Qué decir de él además de que es una pequeña joya que se ha de palpar? Yo no sé escribir sobre fotos. Voy cada año al CCCB, a ver la World Press Photo, y cuando me preguntan solo alcanzo a decir ¡brutal! ¡una pasada! y cosas así. Miro las fotos y me dejo llevar (por cierto, siempre me he preguntado cuanto tiempo hay que mirar una foto para verla de verdad.) Creo que la mejor manera de disfrutar IMAGO es, primero, ver las imágenes, así, a saco, sin información previa. Luego es recomendable leer los textos al final del libro y volver a mirar las imágenes. Entonces las fotos se ven de otra manera. Desvelan su sentido. Son ya, para siempre, otras fotos, que niegan la leyenda de que una imagen vale más que mil palabras. Mi preferida es la foto de las sillas. Creo que dice mucho. La foto de un espacio donde casi dan ganas de reunirse, que ya es decir. Un espacio vacío que no existe si no hay profesionales que lo rellenen y lo usen pero que el fotógrafo ha hecho que exista. Una foto cuántica.

Después de sus libros Educablog 2006-2011 y #Edusohistorias, mis amigos Asier, Raúl, Jorge e Iñigo, con  David de Haro al mando de las fotografías, han vuelto a inventarse un artefacto de calidad, hecho con cariño, profesionalidad y precisión. Si no existiese Educablog habría que inventarlo. 
Pero existe. Y la educación social empieza a deberle mucho.